Las desastrosas cifras de ventas de viviendas, que evidencian el peligro de perpetuar el stock de viviendas invendidas, han provocado la reacción del Gobierno, que ha modificado el tipo de IVA aplicable a la compraventa de viviendas de nueva construcción, dejándolo en el tipo super-reducido, es decir, en el 4%, para las ventas que se produzcan hasta fin de año; decisión que el Partido Popular ya ha avanzado que modificará a su vez, para aumentar su vigencia al menos por un año.
La medida es en principio, elogiable, porque cumple con el lema de este blog: es algo más, es algo mejor y es algo distinto de lo que había; pero conviene analizarla detenidamente, para ver sus posibles efectos sobre el mercado de la vivienda y sobre la economía española en conjunto.
La temporalidad de la medida indica que no se trata de una acción tendente a mejorar el acceso a la vivienda para la población, que sería lo deseable, sino que se trata de intentar reactivar el mercado, mediante la política de la zanahoria: si en el pasado reciente se intentó la política del palo, anunciando un aumento del tipo a partir de julio de 2010 y la fuerte reducción de las desgravaciones fiscales a partir de 1 de enero de 2011, se adopta ahora la postura contraria, en vista de que los frutos de aquélla fueron pocos, como era previsible.
Aunque la medida ha recibido críticas basadas en su aparente veleidad, cabe felicitarse de que, en vista de que el resultado de las medidas de hace algo más de un año era insatisfactorio, haya alguien con acceso al BOE que reaccione y las rectifique para intentar mejorar el resultado. Eso es lo que hacen continuamente los investigadores científicos: es el método de prueba y error.
Otra cosa es que sea posible, ya desde el primer momento, vaticinar que la medida tendrá poco éxito: porque la rebaja del impuesto se aplica sólo a la compra de viviendas de nueva construcción en primera transmisión, ya que a las segundas transmisiones se les aplica el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales. Eso significa que sólo es aplicable a las viviendas que están aún en manos de sus promotores y no a las que han pasado a poder de las entidades financieras, ya sea por ejecución hipotecaria o por dación en pago.
Aunque la medida, aisladamente considerada, podría ser efectiva, si la pasamos por el tamiz de la realidad vemos que está siendo muy difícil que obtenga financiación la compra de viviendas que no estén bajo la égida de la entidad financiera que concedió el préstamo para su promoción, lo que reduce mucho el espectro de viviendas favorecidas por aquélla. Aunque hay que matizar que sí se podrán beneficiar de ella las viviendas que estén en poder de sus promotores, especialmente de aquellas cuya gestión ha sido asumida por la entidad financiera actuante. Así pues, la medida es beneficiosa, pero de efectos muy limitados.
Desde otro punto de vista, la medida es correcta, ya que incide en el momento más difícil para el comprador, el inicial, cuando tiene que hacer frente a una serie de pagos (entrada, impuestos, gastos documentales, altas de servicios, etc.): me he pasado muchos años postulando tanto el aligeramiento de los gastos iniciales como la estimulación del ahorro previo para poder afrontar esas cantidades iniciales; con un rotundo fracaso, todo hay que decirlo.
Pero para que fuera del todo correcta debería ser de duración permanente, como exige la técnica jurídica ortodoxa: la fiscalidad es materia sometida a reserva de ley, y debería tener carácter estructural y, por tanto, con vocación de permanencia; las medidas temporales, por definición de carácter coyuntural, deberían instrumentarse mediante reales decretos, no mediante leyes.
Hay que esperar que, visto que el stock de viviendas invendidas preocupa al Gobierno, adopte alguna otra medida más efectiva para reducirlo. Insisto en una idea que ya he expuesto muchas veces: el enorme volumen de recursos financieros inmovilizado en la financiación del stock impide que el crédito fluya hacia donde la economía española precisa. Es cada vez más urgente e importante quitar ese tapón, no sólo aflojarlo. El problema es saber cómo hacerlo.
http://www.expansion.com/blogs/hablando-de-vivienda/2011/09/06/algo-mas-algo-mejor-algo-distinto-2-la.html
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